A quién le gusta trabajar en una oficina de serie despersonalizada?
A mí no, y a Miura afortunadamente tampoco. Por suerte de ambos, hace ya un tiempo la prestigiosa firma de capital Riesgo nos encargóla reforma de una villa situada en una tranquila calle de Barcelona para convertirla en su sede corporativa.
Se me abre la verja de la calle, entro al jardín y paso junto a nuestro querido aparcabicis para dirigirme al porche de entrada. Por arte de magia se me abre la segunda puerta y me planto en un vestíbulo sin recepción. Decido esperar en la única sala accesible que me recuerda a una biblioteca….y en cinco minutos llega mi anfitrión para reunirme en una de las magníficas salas de reuniones.