La start-up impulsada por Robert i David, Typeform, estaba experimentando un crecimiento tan rápido que necesitaba unos nuevos headquarters en Barcelona. El espacio debía ser, sobretodo, grande. Sin embargo, el local de 2000 m2 de la calle Bac de Roda que escogieron y que contenía rampas a distintos niveles, una terraza sensacional y lucía grandes claraboyas, era demasiado cerrado. A sus condiciones estructurales, había que añadir que el ADN de Typeform estaba muy lejos de los standards de una oficina convencional.